Después de
Amritsar, nuestro camino por la India continuó hacia Agra, ciudad donde se encuentra la perla de la India, el Taj Mahal.
Antes de iniciar el camino hicimos noche de nuevo en Delhi, esta noche dormimos en el Hotel Blue en la zona de Connaught Place. El hotel está situado en una terraza, las habitaciones están limpias y para nosotros fue una buena elección, la habitación costó unas 1000 rupias para tres personas.

El camino a Agra transcurre por una carretera bastante buena, no tiene un tráfico muy caótico para lo que es la India; ahora bien, en las proximidades de la ciudad hay un polígono petroquímico donde los camiones que transportan inflamables son capaces de ir contra dirección, nos encontramos con uno de cara que nos dejó el susto en el cuerpo.

En la ciudad de Mathura, próxima a Agra, se encuentra un templo dedicado a
Jai Guru Dev. La majestuosidad del templo hizo que nos parásemos para observarlo en su interior. El templo está construido en mármol de Jaipur, el color blanco y las cúpulas hacen recordar al Taj. Está financiado por los fieles, en su mayoría indios residentes en el extranjero.

En Agra realizamos la visita al
Taj Mahal a primera hora de la mañana, a las 6:00h. La entrada cuesta 700 rupias, un precio que vale la pena pagar.
También, visitamos el Fuerte Rojo, y el mausoleo de Sikandra construido por
Akbar el Grande.
La ciudad a veces puede ser un poco agobiante, al ser la más visitada de toda la India la gente aprieta bastante a los turistas ya que ven en nosotros una manera de ganarse la vida, no penalizamos esta actitud porque seguramente nosotros en su lugar también hariamos lo mismo, ahora bien, puede acabar cansando un poco.

A unos 30kms de Agra se encuentra
Fatehpur Sikri, esta ciudad alberga las ruinas de una ciudad que está considerada como
patrimonio de la humanidad por la
UNESCO. El trayecto desde Agra no lleva más de una hora, la visita la hicimos en unas tres horas, en este tiempo visitamos las ruinas de la ciudad y la mezquita; las tumbas que se encuentran en la mezquita nos recordaron a las que vimos en
Marrakech.
La comida la realizamos en el hotel/restaurante "Sher-e-Punjab", el restaurante está bien, pero sobre todo lo que nos gustó fue que era un restaurante donde todos los clientes eran locales, familias indias que pasaban el día visitando la ciudad.
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