
Beijing, o Pequín, nos dio la bienvenida a China.
Volamos con
Finnair desde Barcelona a Helsinki y de allí a la capital de la República Popular. Llegamos a primera hora de la mañana, cansados y con el cuerpo alterado por el cambio horario nos aventuramos a llegar a nuestro hotel.

Desplazarse desde el
aeropuerto a la ciudad es fácil. Hay varias opciones, nosotros escogimos un
shuttle bus (16
RMB) que nos dejó junto a la parada de
metro de Dongzhimen, y desde allí hasta la parada de Jushuitan (el billete de metro cuesta 3 RMB). Moverse en metro es fácil, las estaciones de metro de Beijing tienen indicadas las paradas en Pinyin.
Es importante obtener algún
mapa de la ciudad tanto para orientarse como para poder indicar a los taxistas nuestros destinos. Moverse por la ciudad con taxi es fácil y barato, un taxi desde el centro hasta el aeropuerto cuesta unos 70 RMB. Nosotros no dimos con el shuttle bus que lleva al aeropuerto y por este motivo optamos por el taxi.

El hotel
Sleepy Inn, donde nos alojamos, se encuentra junto al lago Xi Hai ( 西海 ) en una zona muy tranquila, próxima a varios hutongs y a un mercado local. A escasos metros se encuentra la parada de autobuses Deshengmen desde donde se puede coger el autobús 919 hasta Badaling.
La impresión que nos llevamos de este alojamiento es inmejorable. Las chicas de la recepción siempre se muestran muy solicitas ante cualquier duda y son de gran ayuda a la hora de organizar las visitas a la ciudad. También, nos facilitaron la compra de los billetes de avión a los siguiente destinos de nuestro viaje.

El tiempo no nos acompañó durante nuestros días capitalinos, pero ante el mal tiempo buena cara. El primer día, y debido al cambio horario, nos lo tomamos con calma. Nos dedicamos a pasear por los lagos próximos al hotel y a visitar los hutongs colindantes. El ambiente de tranquilidad lo inunda todo en esta parte de la ciudad.

La segunda jornada nos llevó a la Ciudad Prohibida. Este palacio pertenecía en exclusiva al Emperador, ahora pertenece a la multitud de turistas que se dejan caer entre su infinidad de palacios, templos y calles. La entrada cuesta 60 RMB, la visita nos llevó unas cinco horas y la realizamos siguiendo las indicaciones de una audioguía (40 RMB).
Para concluir la jornada nada mejor que pasear por alguno de los parques de la ciudad. Nosotros entramos en el parque Bei Hai (
北海 ) y disfrutamos de su ambiente relajado y de las magníficas vistas que muestra de la ciudad.
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