Tras nuestra visita a este hermoso país hemos podido constatar que los chinos son tan humanos como nosotros. Tanto los padres, como los abuelos, se desviven por sus niños y niñas. Se les ve muy entregados a su cuidado y mimo. Los niños y niñas ríen y juegan felices, como cualquier niño de aquí.
También hemos comprobado lo duras que son las condiciones de vida en el campo. Los días en que el clima acompaña los campesinos trabajan incansablemente bajo el ardiente sol, con la espalda doblada, plantando y cosechando de forma totalmente manual los campos. Los abuelos, mientras tanto, echan una mano en el cuidado de los nietos.
Cuando el invierno llega y no hay arroz ni otro sustento, se ven obligados a sobrevivir, llegando incluso a comer carne de perro cuando la situación se torna difícil. El gobierno chino impuso una ley de control de la natalidad. Así, en la ciudad una familia sólo puede tener un hijo (o hija). Si incumplen esta ley, se les castiga con una fuerte multa, que muchos chinos de las grandes ciudades ya pueden pagar. Así es que vimos parejas con dos o tres hijos.
¿Qué ocurre en el campo? Las familias pueden tener un hijo. Si éste les nace varón ya no pueden tener más hijos, por entenderse que su porvenir está solucionado. Si, por contra, nace niña pueden volver a tener otro hijo. Y ahí se desata el problema. Si el segundo hijo vuelve a ser una niña, la familia ve su porvenir negro. En China no hay pensiones, y los ingresos de una familia campesina rondan los 1000 Euros anuales. Los varones se hacen cargo de sus padres para siempre. Las mujeres, en cambio, dejan el hogar familiar al casarse, por lo que los padres quedarían desatendidos y sin ningún ingreso en el momento en que sus cansados cuerpos no les permita trabajar más.
Cuando ves de primera mano esta situación, y te pones en su piel, puedes llegar a entender que en un momento de desespero vean el abandono como su única salida, tanto para el porvenir de la niña como el suyo.
Podemos asegurar que, si una familia opta por el abandono, es porque no ha encontrado otra alternativa y, seguramente, se sentirá destrozada por dentro al tener que llegar a ello, como nos ocurriría a cualquiera de nosotros.
Si dejamos nuestra mentalidad occidental, de vida cómoda con los recursos asegurados y en una sociedad con un sistema como el nuestro, podremos llegar a entenderlo.
Valga nuestro viaje como un homenaje a todos aquellos padres que, un día, tuvieron que dejar a sus pequeños tesoros en la puerta de alguna oficina, con el corazón roto por la pena, y a todas aquellas niñas, pequeños tesoritos orientales, que esperan en los orfanatos a tener una segunda oportunidad en la vida y a colmar nuestros sueños e ilusiones.
1 comentario:
hola pareja!!!
llegamos ayer tarde. y hemos pasado por vuestro blog ...menuda sorpresa ,que fotos mas chulas..que niñas/os mas guapooooos, y que bonito comentario ,el cual confirma ,lo que suponiamos , se les ve tan felices!!! ,las quieren muchisimo ,pero las circunstancias obligan al abandono,menudo sufrimiento...
hasta la proxima cena
un abrazo muy fuerte
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