

Partimos en tren desde Hangzhou, cogimos un tren regional que tardó dos horas y media. El billete costó 32RMB.
La estación de tren de Hangzhou estaba abarrotada, gente por todos lados. Además, a la hora de comprar el billete nos guiamos por la pantalla del ordenador que nos enseñaba la taquillera, cogimos la opción más barata. Tuvimos que esperar tres horas ya que los trenes anteriores iban llenos y necesitan reserva. A la hora de coger el tren nos vimos rodeados por centenares de personas, todas corriendo al tren y nosotros sin saber ni el vagón ni el número de asiento. Le preguntamos a un revisor que nos indicó con señas que siguiéramos adelante. Finalmente, subimos a un vagón de asientos duros, al estilo de los cercanías de aquí, y nos sentamos en el primer sitio libre que encontramos. Nos la prometíamos felices hasta que el tren hizo su primera parada y fue entonces cuando descubrimos que no teníamos asiento reservado, nos pasamos dos horas sentados uno encima del otro y gracias a la amabilidad de la gente que teníamos alrededor que nos cedió una esquina de asiento. Por lo que pudimos ver, parece más tranquilo ir en autobús, la estación de autobuses del este no es tan grande ni concurrida cómo la estación de trenes. Además, los autobuses parten con mayor frecuencia.
Una vez en Shanghai cogimos la línea 2 del metro hasta la parada de Nanjing Dong Lu y de ahí a pie hasta el albergue Mingtown Hiker. El billete de metro cuesta 3RMB. Este alojamiento está muy bien situado, se encuentra a escasos cinco minutos del Bund y de Nanjing Road. Al estar en una calle apartada el jaleo del centro no se percibe. Después de caminar por el Bund nos dimos cuenta que el albergue Captain está mejor situado si cabe y además tenía muy buena pinta, tal vez, la próxima vez nos alojaremos en él.
En Shanghai sólo invertimos un día, nos dedicamos a visitar el barrio francés, los jardines Yu-Yuan y el Bund por la mañana y por la noche. El contraste que presenta el barrio francés es el paradigma de la nueva China, casas centenarias rodeadas de grandes rascacielos que engullen todo lo antiguo para dejar paso a lo nuevo.

El último día y ya de vuelta a casa partimos a primera hora del Mingtown Hiker hacia el aeropuerto de Pudong. Tomamos el metro hasta la estación de metro de Luoyang de la línea 2 desde donde parte el tren bala Maglev que une la ciudad con el aeropuerto en ocho minutos a una velocidad de 300 km/h. El billete cuesta 40RMB. No hubo mejor colofón que este tren para darnos cuenta que China ha dejado de ser el imperio emergente, ahora sí que es el Imperio del Centro.
Así nos despedimos de China, diciendo un Hasta la Próxima, esperamos volver en muy poco tiempo, el tiempo que tarde en tensarse nuestro hilo rojo.
1 comentario:
Hola parelleta.
Doncs a mi Shanghai es l'unic que em va agradar de la Xina, Xian l'unic que te abanda les gurrers es el barri musulmà, animat i perillós, i Beijing no em va agradar res de res, la muralla i prou. Be si, un espectacle de malabars que varem veure en un teatre.
Ja parlem un dia d'aquests, que ens heu de fer cinc centims del Perú....
Fale wendy? al fomatic del ram de l'igua no se si saludar-lo o no...que la cobra molt cara...
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