¿Dónde jugarán los niños?

Este es el título de una canción de los reivindicativos Maná, nuestro grupo preferido. Y es también una pregunta que nosotros nos hacemos.




Ya no hay casi lugares decentes a dónde llevar a nuestros niños, para que salten, corran y jueguen sin peligro y puedan respirar aire puro y convivir con la Naturaleza.

En nuestra costa de Tarragona, estamos presenciando la reiterada destrucción del hábitat natural de muchas especies animales y vegetales.

De pequeña, recuerdo mis veranos en La Pineda, cuando aún se veían pinos (que, de hecho, dieron nombre al pueblo). Hoy, sólo se ve una hilera de pinos enfermos junto a la abarrotada playa, los del bosque han desaparecido para dar paso a hoteles, apartamentos, carreteras y campos de golf. Una auténtica vergüenza que se repite por toda la costa.

En nuestra ciudad a penas hay zonas verdes con árboles y plantas para retomar el contacto perdido con la Naturaleza y perder un poco de vista tanta polución y ruido. Al contrario, se arrancan árboles indiscriminadamente para dar paso a carreteras o zonas pavimentadas.

Lo último es un absurdo proyecto de especulación y urbanización de la última playa natural superviviente de nuestra costa, la Playa Larga y sus calas aún salvajes. Muchos ciudadanos nos hemos indignado y se ha creado una plataforma, Salvem la Platja Llarga, para presionar a los políticos e intentar buscar una alternativa que no destroce el último reducto que nos queda.

Qué decir al respecto. Cuando se construya el paseo, el parking y los cientos de chalets proyectados, se acabará con las dunas naturales, su flora, el bosque de pinos, las calitas desiertas y la sensación de pasear en plena naturaleza lejos del asfalto y la multitud.

Aunque quizás no sirva de mucho, desde aquí ponemos nuestro granito de arena en defensa de nuestra querida playa. Este es el link para acceder a la web de la plataforma, dónde se puede participar en las actividades que se proponen y recoger firmas.

Entre todos hemos de luchar para impedir esta masacre, están acabando con nuestros paisajes, con nuestro bienestar y nuestro futuro. Porque la Tierra no es una herencia de nuestros padres, la Tierra es un préstamo que nos han hecho nuestros hijos.