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Ya estamos de vuelta a casa, después de un fin de semana mágico en el Sur de España, en la tierra de la sonrisa de Andalucía.
Cruzamos España de Tarragona a Sevilla; a gran velocidad pasamos del Mediterráneo, que nos saluda cada día al despertar, las áridas llanuras de los Monegros y los campos de las tierras de Castilla ven rota su tranquilidad por esta bala intrusa en forma de tren, y finalmente la cálida y luminosa Andalucía, origen de la vida de Sonia. Mil kilómetros en escasas cinco horas, un sueño para nuestros padres, una realidad para sus hijos. El Sur de España está muy cerca, vamos a aprovecharlo.
A primera hora de la tarde nos plantamos en la estación de Tarragona, perdón, del Camp de Tarragona... Una estación inmensa en medio de ninguna parte ¿Quiénes fueron las lumbreras que decidieron ubicarla aquí? ¿Qué beneplácito obtuvieron? El de la gente de Tarragona seguro que no...
Puntual arriba el tren, subimos en el vagón 32. Nos sentamos y en un par de hojas de lectura ya nos encontramos en la capital de Ponent, media hora nos separa de Lleida. Otro rato más y a Zaragoza, esto va muy, pero que muy rápido. Ya se atisba las tierras doradas de Castilla, ahora los molinos de Don Quijote sí que son gigantes, gigantes del viento. Despeñaperros se muestra ante el AVE como el siguiente reto, sin titubeos atraviesa la frontera castellano-andaluza. Córdoba se halla al otro lado. El tiempo pasa más rápido a esta velocidad, en las pantallas del vagón treinta y dos ya se anuncia la estación de Sevilla-Santa Justa. Cinco horas de trayecto, cómodo y plácido, repetimos, el Sur está cada vez más cerca.
Salimos de la estación, un aire seco y ardiente nos da la bienvenida, cuarenta grados a las nueve de la noche, ¡Ojú, qué caló! Después de una breves explicaciones a través del móvil damos con nuestros anfitriones andaluces. Neil y Myriam nos reciben con una sonrisa, la sonrisa de la gente de estas tierras andaluzas. Dejamos Sevilla y nos dirigimos hacia la tacita de plata, según N&M, mejor clima y mejor gente. ¡Qué van a decir ellos, si son unos enamorados de su ciudad!
La primera impresión de Cádiz es muy buena, un trozo de tierra ha tomado el mar, agua a un lado y a otro y en medio la ciudad de la sonrisa. El mar atempera el termómetro a nuestra llegada, calor sí, pero soportable. Hoy viernes se celebra un festival de chirigotas, típicas durante el carnaval y afortunadamente también esta noche. Unos mosquitos “pican” con sus canciones los temas más candentes: política, sexo, malos tratos. Arte en estado puro, esto no se aprende, se respira y se mama en las peñas carnavaleras. Mucho trabajo gratamente reconocido por los centenares de gaditanos que aplauden a sus paisanos chirigoteros.

Amanecemos frente a la playa, ocho kilómetros de playa urbana ¡qué pasada! Hoy tenemos una jornada especial por los rincones secretos de esta provincia, no podemos desvelarlos, porque valen tanto la pena que hay que descubrirlos por uno mismo.
Antes de iniciar la jornada, una paradita previa en las bodegas de Manuel Aragón, un poco de fino para ir preparando el día !Ojú, qué rico!
El fino nos llevó hasta una playa mágica, tremenda lengua de arena interminable ¡Tremendo lugar! Un trozo de Andalucía preservado del enemigo urbanista, y que así sea por muchos años. El viento peina la arena, la enreda con tirabuzones y con formas rizadas. Al otro lado, el mar, bravo y agitado, difícil de domar por unos jinetes al lomo de sus planchas de surf.
Primer baño de la temporada, primer baño en el atlántico, el agua está fría al entrar pero rápidamente se crea una comunión entre el cuerpo y el mar, después de conocerse ambos se sienten en completa armonía. Juan decide practicar body-surfing. Sigue las directrices marcadas por su instructor, mejora la postura, nada fuerte, abre la piernas y se deja llevar por la fuerza de la ola, mágico.
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El viento no da tregua y decidimos resguardarnos en el interior de la furgoneta, más bien parece una casa sobre ruedas. La mar de bien que comimos y reímos. Así uno se siente mejor, parece que te reconcilias con la naturaleza, al aire libre, sin las barreras artificiales que creamos en las ciudades, barreras que rompen la armonía entre el mar, la tierra y el aire.
Los pueblos blancos son una preciosidad, encalados como se hacía antaño, el sol y las enfermedades no se dan cita en el interior de las casas. Cuán equivocados estamos pensando que la climatización de las casas pasa por un aparato de aire acondicionado, por muy de clase A que sea. Juan comenta al grupo “Nunca pasé calor en la casa de mi abuelo en Aceuchal”. Las paredes gruesas y los rayos solares que se reflejan sobre las paredes encaladas ahuyentan la canícula que se da cita en estas tierras durante los meses de estío.
La tarde pasa y en breve daremos entrada a la puesta de sol. Qué preciosas son las despedidas del día en Andalucía. Hoy nos ha atrapado en Vejer de la Frontera, nos regalamos unas vistas magníficas desde lo alto de una torre andalusí, al amparo de un té moruno y de unas pastitas almorávides. El Jardín del Califa nos permite disfrutar de esta experiencia.
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La noche cae, N&M nos preparan la última sorpresa. Vamos a cenar a un lugar único, de gente auténtica, un lugar por descubrir y que siga así. Hoy es un día especial, la Roja se la juega en el Mundial de Sudáfrica. Tras unos minutos de locura, una comunión especial se respira en el restaurante, hay que ver lo que une un gol, nos abrazamos y respiramos con alivio tras la victoria que coloca a nuestra selección en la siguiente ronda, la ronda que distingue a los grandes equipos del deporte rey.
Una cena a base de pez limón y atún encebollado preparado al estilo clásico pero con un toque de especias, la cercanía de Marruecos deja su impronta en la cocina de esta pequeña joya.
Como postre unas historietas contadas por lo dueños del local, el deje gaditano añade un plus de encanto. Toda la cena transcurrió aliñada por sonrisas y alegría, pasión por su trabajo, felicidad por ver disfrutar a sus clientes. Pocos sitios quedan así.
¿Qué aún no sabéis cuál es el restaurante? Sólo os diré que tras dejar Vejer y conducir por campos de molinos de viento dimos con este lugar, dejaos guiar por el dios Eólo, saludad a una gran duna dorada bajo el sol y daréis con él.
La última jornada de nuestro breve viaje al sur la pasamos en Cádiz capital. Una pequeña joya andaluza. N&M nos hablan con pasión de su ciudad, se nota que viven esta tierra. Nos paramos frente al monumento que conmemora la proclamación de la primera constitución española, la Pepa. En dos años se celebrará el bicentenario, la Ciudad se prepara para un evento tan especial. Las plazas y las calles estrechas se dan cita en la parte antigua de la ciudad, las balconadas destilan encanto e historia. Muchos de los edificios se han lavado la cara, han recuperado el esplendor que tuvieron antaño cuando Cádiz fue la capital del comercio con las indias.
La visita a la cámara oscura de la torre Tavira permite ver la ciudad desde las azoteas. Descubrimos el centenar de torres que se edificaron a finales del siglo XIX, torres habitadas por vigías que avisaban de la llegada de los barcos cargados de mercancías procedentes de América.
Los tiempos cambian. Hoy Cádiz ya no es puerta de entrada de América, hoy lo es del continente africano.
Una cena a base de “pescaíto frito” en las Flores y un paseo frente al mar. Qué mejor despedida de la ciudad. La playa iluminada parece un mar dorado, una bellísima estampa para decir “hasta la próxima, nos volveremos a ver”.
Gracias a N&M de todo corazón por vuestra hospitalidad.
1 comentario:
Enhorabuena por el 10º aniversario de bodas, por vuestros viajes, que lo hacéis nuestros tambien y por haber venido a conocer Andalucía es preciosaaaaaaaaaaaa
a ver si os animáis y bajais hasta Jaén jejejjeje.
Besitos andaluces.
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