2/10/12

La costa suroeste de Sri Lanka: Tangalle, Unnawatuna y Galle


Inicialmente habíamos decidido ir a Mirissa pero un día antes de ir para allá oímos a una chicas belgas hablar de Tangalle, un vistazo a la lonely y cambio de planes, para Tangalle.
Acordamos el precio del taxi en Sita's Heaven y para Tangalle que nos vamos desde Ella. Tenemos suerte y podemos compartir gastos con una pareja francesa que nos ayudará a hacer más económico el viaje, al final por 4000Rs. Tres horas de cómodo viaje por las carreteras sri lankesas. En Sri Lanka no se pasa de los 60km/h, mejor así se va más tranquilo.

A la llegada a Tangalle nos dirigimos a Frangipani Beach Villas, un hotel la mar de mono delante de la playa, el sonido del mar lo inunda todo. En Tangalle poco se puede hacer: sol, playa, visita a la reserva de tortugas y algún que otro templo.


Nosotros nos decidimos a visitar el templo Mulgirigalla Rock Temple. El trayecto desde Tangalle se puede hacer en tuk-tuk, media hora por campos de arroz y palmerales. Un paisaje espectacular, nos recordaba mucho a la fotografía de la película Agua. Este templo se asemeja al de Dambulla, tuvimos la suerte de tener un buen guía que nos explicó de manera excelente las tres secciones del templo y algunas de las particularidades de las figuras budistas. Desde la cumbre se ve un mar de palmerales verdes con algunas dagobas emergiendo entre palmeras y campos de arroz.




Pasamos un par de días en la playa. En esta época del año el mar está muy picado y uno no se puede bañar, hay que tener en cuenta los monzones a la hora de decidir a qué playa ir en Sri Lanka.
Toca cambiar, nos vamos a la estación de autobuses y pillamos el primer bus destino a Galle. En esta ocasión dejamos los taxis y nos vamos en autobús, compramos tres tickets, dos para nosotros y otro para las mochilas, en total 300Rs.  


En un par de horas nos plantamos en Galle. La primera impresión ya es muy buena y no fue nada equivocada, que tranquilidad, paz y sosiego se respira por sus calles.
Nos alojamos en Mango House dentro de Galle Fort, una casa familiar muy tranquila, estuvo bien. La tranquilidad se agradece pero en Galle Fort es lo que más abunda.

Como llegamos al mediodía nos acercamos a comer algo al primer restaurante que vimos. Por fin, después de dos semanas de Rice&Curry, muy bueno por cierto, podemos comer algo de ensalada, que bien sienta. El restaurante se encuentra en un edificio con joyerías y sala de arte. Joyerías y Españoles en el Mundo en Sri Lanka algo tienen que ver; pues sí, el señor de la joyería nos pregunta por nuestra nacionalidad y en un tris nos enseña el programa que emitió TVE en Junio y allí estaba él formando parte de la emisión, qué bueno. Nos comentó que escogieron su tienda para grabar y que el programa ha atraído a más españoles por el país, buena elección.

Dejamos la joyerías y nos vamos a dar una vuelta por la ciudad fortificada. Cae un sol de justicia pero hay que aprovechar los últimos días de buen clima que nos quedan, a nuestra vuelta ya estaremos en otoño.





Esta ciudad respira algo, algo especial, algo que no se puede explicar, se tiene que vivir.

Salimos de la fortaleza y nos acercamos al campo de cricket, Juan sigue con pasión su nuevo deporte. Hay que aprovechar que el mundial de cricket modalidad T20 femenino es gratis. Nos sentamos un rato a ver el partido entre West Indies y Nueva Zelanda. Las caribeñas ganan en menos de veinte overs.

Ahora sí que la tarde cae sobre Galle Fort, las vistas de la costa, del mar y del cielo fue una de las mejores visiones que tuvimos en dos semanas de viaje, sólo hay que sentarse y disfrutar.




Desafortunadamente sólo nos quedamos una noche en Galle, habría estado bien quedarse algún día más. Antes de coger el tren hacia Colombo tenemos unas cuantas horas. Cogemos un tul-tuk y nos vamos para Unnawatuna, playa que se encuentra a escasos 5 kilómetros de Galle. El conductor nos comenta que nos puede llevar a ver una reserva de tortugas, Sonia muestra su interés y para allá que nos vamos. Es una reserva liderada por un joven estudiante de biología que cuida y mima con pasión a los gigantes con caparazón. Nos explica que están en serio peligro de extinción, cuando nacen son frágiles y presas del mar, cuando crecen son presa de la avaricia y estupidez humana.




Dejamos a las tortugas y nos vamos a la playa. Unnawatuna tiene el agua más calmada que Tangalle, aún así no nos atrevemos a meternos mucho en el mar. Cogemos una mesa, unas sillas y nos pasamos allí sentados un par de horas; sol y mar que más se puede pedir.




Nos pegamos una ducha, recogemos las mochilas y para la estación de tren, a las 14:30h sale el tren para Colombo, última parada de nuestro periplo por Sri Lanka.

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